Los carros a explosión pierden casi toda la energía que emplean en forma de calor. Sólo una pequeña parte se transforma en energía cinética que se transforma en movimiento. En el carro eléctrico sucede justo lo contrario. Hoy, dos inconvenientes tienen que superarse para que el carro eléctrico tenga una aceptación masiva: que las baterías guarden más energía y que haya un sistema de abastecimiento de electricidad que compita con el de los combustibles. Si todos nuestros proyectos hidroeléctricos y geotérmicos entran a operar, tendremos suficiente energía eléctrica como para sustituir un millón doscientos mil carros privados a gasolina y a diésel, por eléctricos que operen con energías renovables. Deberíamos concentrarnos en la producción eléctrica sustentable, construir un sistema de distribución de electricidad barata en hogares y empresas, armar una red de carga rápida y de canje de baterías y comprar durante una década los carros viejos y año a año sustituirlos por carros eléctricos de última tecnología. Conversemos, ¿qué opinan ustedes? ¿Cómo salimos de la dependencia de la gasolina?