Cuando tenía 17 años, leí Malthus, y esto despertó el cuestionamiento que aún sostengo la dificultad para que el país y el planeta siga siendo un lugar viable para las generaciones futuras con el crecimiento explosivo de la población que crea un desequilibrio mayor entre nosotros y el entorno.  Siempre he creído en el poder de la gestión responsable para alcanzar mejores condiciones sociales.  También creo que el turismo responsable puede contribuir a preservar ecosistemas icónicos y apoyar el desarrollo de las comunidades locales generando empleo. Formamos parte de un todo esencial y no podemos ignorar o destruir partes de nuestro ecosistema sin correr el riesgo de derrocar nuestra propia estructura de soporte. En Mashpi logramos hacer un aporte en este sentido. Ecuador es el país con mayor biodiversidad del mundo en términos de cantidad de especies por área terrestre. En el flanco occidental de las montañas que forman parte del Distrito Metropolitano de Quito descubrimos mucha riqueza, naturalidad y también mucha fragilidad. Esta región, parte del bosque lluvioso de Chocó que va desde Panamá hasta el norte de Ecuador, es uno de los puntos neurálgicos biológicos del planeta: En Mashpi se han identificado más de 400 especies de aves, cientos de orquídeas, una nueva especie de rana e innumerables insectos, incluyendo 20-30 especies diferentes de abejas, algunas de ellas con los colores màs asombrosos. Compramos 1300 hectáreas de lo que había sido un bosque intervenido por una maderera. Mis familia y yo acampamos en ese bosque muchas veces antes de concebir el desarrollo de proyecto de turismo sostenible. Hoy Mashpi es un ejemplo de cómo desarrollar una actividad económica, que beneficie a la comunidad local y preserve el ecosistema. Me gusta pensar que he hecho una diferencia y que la vida me recompensará con la oportunidad continua de seguir mi pasión de forjar un camino claro hacia otra forma de desarrollo más sostenible