Veo positivo que el gobierno de Guillermo Lasso haya anunciado que la “transición ecológica” será un eje transversal de su gestión. Es un paso ambicioso para el país y me parece muy valiente del gobierno plantearse este objetivo, que empieza por las ideas y debe aterrizar en acciones concretas. Vale la pena entender el alcance de este término. Transición Ecológica es un cambio en el sistema de producción y consumo, en las instituciones sociales y políticas y en las formas de vida y valores de la población. La idea es transformar la situación actual ambientalmente insostenible y llena de consecuencias de riesgos excesivos, a una situación futura ambientalmente sostenible, compatible con la capacidad del Planeta para mantener las actividades humanas y todo ello sin alterar sustancialmente las bases que impulsan la actividad económica. Ya no hay tiempo para el largo plazo. Tenemos menos de una década, tan solo 8 años, para dar pasos paulatinos, en múltiples frentes. Una “transición ecológica” requerirá de un plan sistemático para llegar a ser neutrales en nuestras emisiones de CO2, con esfuerzos de doble vía, tanto al minimizar nuestras emisiones como al potenciar al máximo las capacidades de absorción. Es el momento para un cambio de actitud, y veo oportuno para el país replantear conceptos como el del crecimiento. La economía y la ecología se deben encontrar para lograr equilibrio ambiental y social. Los límites deben restringir los dos extremos, tanto los máximos como los mínimos. Por un lado, poner un techo máximo para detener el crecimiento desmedido que nos ha llevado a la degradación del ambiente, y, por otro lado, poner una base mínima para asegurar la vida digna de todos los grupos humanos, y en especial los menos favorecidos. Los retos son enormes. Yo sugiero ir por partes, porque estamos frente a un desafío fabuloso para el país. Esto nos va demandar de un esfuerzo muy grande a todos. Hay muchos temas que deben profundizarse para este nuevo camino: la economía circular, la minería, los servicios ambientales, entre otros. Necesitamos encontrar aquellas actividades que rápidamente puedan tener resultados positivos, empezando por la transformación del transporte y la movilidad, el aprovechamiento sostenible de las abundantes energías como la del sol que tenemos en el Ecuador, para garantizar servicios de educación, salud e ingreso digno a todos los pobladores del país, pero además, pensar en las próximas generaciones.