Desde finales del pasado mes de junio, una flota pesquera internacional con más de 300 barcos de gran calado, anclados a 200 millas del archipiélago, amenaza la fauna marina de Galápagos. Este patrimonio que la humanidad nos ha confiado a todos los ecuatorianos es uno de los ecosistemas más mega diversos, pero también uno de los más sensibles. Por tal motivo, es nuestro deber sumar esfuerzos para proteger a este patrimonio natural. Recientemente fui nominado por el gobierno ecuatoriano para formar parte del equipo público-privado que diseñara la estrategia para proteger a las Islas Encantadas, junto a la ex ministra de Ambiente, Yolanda Kakabadse, y el canciller Luis Gallegos. Asumí este reto con mucha determinación y trabajaré incansablemente con el equipo para defender esta maravilla de la naturaleza desde varios frentes. La concentración masiva de barcos extranjeros de pesca es un problema que se repite desde hace varios años. Las alertas se han emitido consecutivamente desde 2017. Esta situación ha provocado un grave impacto ambiental. Nuestra fauna marina está siendo depredada y muchas especies se encuentran en peligro. Actualmente, aunque la flota pesquera se encuentra por fuera de las 200 millas que corresponden a la Zona Económica Exclusiva alrededor del archipiélago de Galápagos, la amenaza a las especies sigue siendo una preocupación. Por esta razón, nuestro objetivo debería estar enfocado en tratar de buscar fórmulas legales y de conservación para evitar que el esfuerzo de protección de la reserva marina que se hace en Galápagos desde el año 1986 se desvanezca con la presencia de los navíos internacionales que depredan todo el ecosistema. Debemos iniciar los diálogos diplomáticos con China y las consultas con los países de la Comisión Permanente del Pacífico Sur en busca de una posición de bloque. Estos pasos son importantes. Otra alternativa es acudir a la ejecución de los tratados de los que son signatarios China y Ecuador como el Acuerdo de las Naciones Unidas sobre las poblaciones de peces y la Convención para la Conservación y Ordenación de los Recursos Pesqueros de Alta Mar del Océano Pacífico. Estos instrumentos de política y jurisprudencia internacional permitirían regulan cupos, tiempos, artes de pesca y otros parámetros de aprovechamiento de recursos ictiológicos. Desde la comisión, también se analiza la posibilidad de conformar una nueva gran reserva marina que se extienda por todo el Pacífico y agrupe a países como Colombia, Costa Rica y Panamá. Este acuerdo no solo nos permitiría regular el tránsito y las actividades de pesca, también podríamos garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones ribereñas del Pacífico y crear la zona de protección más grande del planeta, para garantizar la conservación de la biodiversidad que tiene un valor moral y turístico incalculable. Por otra parte, también está la posibilidad de apelar a la Convemar para extender la plataforma continental de 200 hasta 350 millas. Sin embargo, esto no garantiza protección de las especies marinas. En los últimos días, se han detectado una considerable cantidad de botellas de plástico, provenientes de la flota pesquera, que llegan a las playas del archipiélago. Además, se ha revelado que los barcos desechan líquidos extraños en el océano. Además de estos esfuerzos, es vital trabajar en conjunto con los sectores relacionados con la pesca para crear conciencia sobre el consumo sostenible de los recursos en las zonas permitidas. Desde el ámbito diplomático se debería suscribir un gran convenio entre los países de la región para no abastecer de suministros a las flotas que no son inspeccionadas o reguladas.